Aunque en este blog tratamos temas referentes a herramientas en Internet aplicables a la salud y medicina, en esta ocasión queremos dedicar una semana a la que posiblemente sea una de las aplicaciones que ha tenido un mayor despegue en este año. se trata de Instagram, una red social para compartir de forma inmediata ese instante especial.
Es cierto que las posibilidades de uso de Instagram en salud son prácticamente nulas, pero hemos querido dedicar esta semana a esta red por varias razones:
- Desde su adquisición por Facebook el número de «instagrammers» ha aumentado de forma muy considerable.
- La demanda de información sobre esta red social va en aumento. Posiblemente una de las entradas más vistas de nuestro blog en el segundo semestre de este año haya sido el Tutorial de Instagram.
- Numerosos amigos de este blog, de twitter, de facebook, linkedin o google+ tienen también perfil en Instagram.
- En las últimas semanas han aparecido una serie de cambios tanto en la privacidad como la posibilidad de visualizar los perfiles a través de web que han modificado un poco su manejo.
- Porque nos parece una aplicación interesante a los que más que la fotografía nos apetece captar ese momento especial para compartir.
Instagram era un aplicación nativa para teléfono móvil (primero para iPhone y al cabo de unos meses para Android) mediante la cual podíamos compartir imágenes captadas de forma instantánea o almacenadas en nuestro teléfono con otras personas de la comunidad.
Las imágenes para compartir podían ser modificadas a través de una serie de filtro que se han ido sofisticando a lo largo de las sucesivas versiones del programa y se podían comentar a través de un pequeño espacio para texto.
En el seguimiento de los perfiles y los comentarios tenía un poco de Twitter y un poco de Facebook.
Nos recuerda a Twitter en el sentido que nuestra relación con otros miembros de la comunidad era similar «Followers/Followings» de forma que nosotros podíamos seguir a una serie de personas (conocidas o no) y nos podían seguir personas conocidas para nosotros o totalmente desconocidas. También nos recuerda a Twitter la posibilidad de poner «hashtags» y realizar búsquedas de imágenes a través de etiquetas.
Nos recordaba a Facebook porque cada imagen podía ser calificada con un «me gusta» (que en esta red social se define a través de un corazón) y porque podíamos comentar a través de texto cada una de las imágenes como si de un pequeño «muro» se tratara.
Pero el uso masivo de la herramienta ha ido modificándola, sobre todo en sus perfiles de seguridad.
En un principio era totalmente abierta, es decir, cuando publicábamos una imagen ésta iba directamente al terminal de todas las personas que nos estaban siguiendo (fueran o no conocidas, amigas o ex-amigas) y esto ha dado lugar a alguna «ciber-pillada» del tipo «Hoy no salgo, estoy cansado» pero luego todo el día estaba emitiendo imágenes de mi excursión con otro grupo de amigos.
También algunas imágenes que se emitían pertenecían a la esfera privada y había que establecer algún filtro para que solo pudieran ser compartidas con un grupo reducido de seguidores.
De esta forma se han ido modificando los filtros de seguridad a lo que dedicaremos un post en esta semana.
Otro aspecto novedoso es que hasta hace unos días el acceso a Instagram era exclusivamente a través del terminal móvil (teléfono o tableta), pero poco a poco se va a poder acceder a los diferentes perfiles a través de la web (otra entrada de esta semana).
Esta semana aparcamos un poco la salud y nos dedicamos al ocio fotográfico, a compartir ese instante captado, esa emoción de poesía en imágenes que hemos captado con nuestra cámara y queríamos compartir con todos… ¿con todos?. Os dejamos con Instagram.