«A Social Life» ¿Una realidad en las redes sociales?


postureo, calm, keep

Llevar una vida pública en redes sociales que demuestre nuestras actividades puede estar bien. Compartir nuestras aficiones y gustos, nuestras inquietudes y poder ver los comentarios que generan en otras personas de nuestra red siempre es positivo.

Hay veces (… y que nadie lo niegue) que publicamos experiencias o acontecimientos a los que asistimos para generar «envidia insana» entre nuestros contactos. Esas vacaciones en algún país lejano, ese salto en paracaídas, ese concierto al que asistimos y hace meses que es imposible conseguir una entrada, ese pecio en el que buceamos entre tiburones, esa copa en una terracita al atardecer en una playa tropical….

¿Qué buscamos?. Posiblemente generar una reacción ya esperada de reconocimiento, de sentirnos diferentes y afortunados por haber hecho algo especial (o que nos parece «especial» a nosotros, o que sentimos como «especial»). Mucha veces detrás del compartir hay asociado un deseo de reconocimiento.

¿Es ésto malo?. Creo que no. Cada uno de nosotros somos diferentes y tenemos habilidades diferentes. El poder compartirlas crea vínculos diferenciales y estrechos entre subgrupos con los que tenemos afinides comunes.

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Yo se con qué personas de mi red social podría quedar para bucear,  para ir a la próxima edición del Sonorama, para quedar a cenar en un restaurante japonés o para proponerles un viaje-aventura a Irán y eso lo se gracias a que comparto (y comparten conmigo) actividades extralaborales que pertenecen al ámbito de «lo privado» pero no al ámbito de «lo íntimo».

¿Peligros?. Querer llevar una vida ideal cumpliendo los patrones aceptados en las redes sociales (hacer deporte, llevar una dieta saludable, pasárselo bien todos los días, hacer esa actividad espcial…) es imposible. Todos tenemos ese lunes o martes gris y tedioso en el que todo sale mal (o peor aún… todo sale, ni bien ni mal… gris) en el que no tenemos nada que aportar a nuestra red.

Si nuestra vida real es gris pero que remos aparentar esa felicidad impuesta por el efecto de grupo de nuestra red social (en un mundo virtual ideal sin problemas) es cuando pueden llegar los problemas. Es cuando podemos tener una «doble vida» gris en lo real, y a todo color en lo virtual.

Una vida falsa que representamos en nuestra redes. Esos comentarios jocosos en Twitter, esas imágenes maravillosas de nuestro Instagram, esos éxitos profesionales en nuestro LinkedIn, esos enlaces interesantes compartidos en nuestro Facebook… que simplemente reperesentan el espejo de lo que no somos y queremos ser.

El problema es cuando lo que queremos ser sobrepasa a lo que somos… deja de ser un incentivo para seguir adelante y superarnos día a día y pasa a ser una esclavitud, una caricatura de nosotros mismos.

Pasamos de la postura al «postureo».

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Esta esclavitud es la que representa la directora Kerith Lemon en su cortometraje  «A Social Life» que ha recibido múltiples preemios y reconocimientos por reflejar una realidad social de principios del siglo XXI.

Detrás de una vida ideal reflejada en las redes sociales… puede existir mucha tristeza.

«A Social Life» es un corto sobre una mujer independiente y de éxito llamada Meredith que está viviendo la vida ideal … en redes sociales. Meredith se esfuerza por vivir una vida equilibrada: mantenerse en forma, trabajar duro y conectar con sus amigos; está creando su «imagen» dentro de su amplia base de seguidores en medios de comunicación social. Pero se despierta un día y se da cuenta de que su reflexión es simplemente la colección de fotos que ella ha compartido con otros. ¿Es esto la vida? O simplemente una marca cuidadosamente diseñada?

Kerith Lemon es una escritora, directora y creador acon una rica experiencia en la narración multi-plataforma y narraciones creativas. Impulsada por su pasión por las historias que se conectan emocionalmente protagonizadas por mujeres. Su debut como directora, «A Social Life» se estrenó en el Festival de Cine Internacional de Camberra, donde fue galardonado con el premio a la Mejor Actriz Internacional y más recientemente ha ganado el mejor Ladies First en el Festival de Realizadoras en Pacific Grove, CA. Se seguirá presentando a concurso en festivales de cine a lo largo de 2016.

El peligro de las redes sociales


Un vídeo para verlo con los hijos… no para crear temor, sino para hacerles más críticos e independientes.

Todas las herramientas requieren un tiempo de aprendizaje, o acaso ¿no hemos titubeado todos al principio?, ¿no hemos errado en su uso?.

Enseñemos y no creemos temos.

De pacientes expertos. Mind The Gap


mindthegapQuienes me siguen en Twitter han podido saber que he estado hace unos fines de semana en Londres. No se qué tiene esa ciudad que me fascina y me hace sentir un tanto pequeño e inculto a su lado.

Sus jardines, monumentos, mercados, clubs, restaurantes… en general las ciudades con río (con río grande y de verdad, porque en Madrid dicen que también hay río) son especiales.

Ayer compartí mi encuentro con Diego (@DiegoVillalon_) aunque no su contenido que espero pronto lo compartan y disfruté de un paciente experto y de una persona comprometida 8más de los segundo) y me hizo pensar.

Me hizo pensar «en londinense» y me vino a la cabeza ese «Mind The Gap» que acompaña muchas estaciones de metro y ha sido una herramienta de promoción del suburbano londinense.

Ese escalón puede ser aplicado a las herramientas tecnológicas y si supone un dificultad en el acceso a servicios sanitarios puede ser una herramienta de desigualdad en vez de igualdad y equidad en el servicio… aunque igualdad no significa justicia.

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Diego (otros muchos diegos) es una persona joven, culta, con estudios universitarios, que vive y ha vivido en un medio urbano, independiente….y ¿qué pasa con los más vulnerables?.

¿La tecnología acercará y facilitará los servicios sanitarios a quienes menos lo necesitan y será una barrera para todos aquellos que tienen más riesgo de enfermar?, ¿aumentaremos más este escalón?, ¿los ignorados será aún más invisibles?…. Mind The Gap

 

Datos personales e Internet


candadoUno de los grandes problemas que estamos viendo con el uso de Internet es el acceso a nuestra privacidad.

Se trata de algo que hemos aprendido en muy poco tiempo y de lo que estamos empezando a ver los peligros que pueden sobrevenir.

Con el inicio de las redes sociales nos lanzamos, quizás un poco de forma inconsciente y desconociendo gran parte de los riesgos, a publicar datos sobre nosotros mismos que eran accesibles a muchas personas.

Nuestro nombre junto a otros datos (edad, sexo, localidad, correo electrónico y a veces hasta nuestro número de teléfono) se asociaban claramente a otra serie de datos como nuestros gustos (libro, película o canción favorita), nuestro estado civil, nuestro grupo de amigos (grafo social) y cómo interactuamos entre nosotros (quien recomienda a quien alguna cosa).

Poco a poco surgieron empresas que a cambio de esa información nos ofrecían servicios (sio me cuentas qué música te gusta te ofrezco una lista de intérpretes similares que puedes descubrir) o la creación de una información de beneficio mútuo de forma solidaria (si me das tu opinión sobre un restaurante u hotel servirá a otros que vengan después y a la vez te beneficias de la opinión de otros).

Hasta aquí no hay nada especialmente intrusivo y a cambio de cierta información obtengo un servicio ¿gratuíto?… sin duda NO, a cambio estoy ofreciendo parte de mi intinidad que luego utilizarán para obtener resultados globales de gran interés para muchas empresas.

Pero esta intimidad puede tener una cara oculta y ser aprovechada no solamente para obtener datos globales con resultados anonimizados (posiblemente a Facebook o a Google no le interesa lo que yo como persona busco o hago en la red, peros sumado a otros millones obtiene resultados de tendencia muy valiosos), sino para tener acciones concretas sobre personas concretas.

Os dejo una magnífica infografía realziada por por la empresa ESET, en la cual nos dan algunos consejos sobre cómo proteger los datos personales en Internet.

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¿Podemos espiar a alguien concreto a través de la red?. Simplemente echad un vistazo.

La difusión de datos negativos por parte de terceras personas ya sean reales o falsos y pertenecientes a nuestra intimidad ha dado lugar al cibreacoso con ejemplos aterradores sobre todo en adolescentes.

¿Quá pasa con los datos en salud?. Los datos sanitarios son datos de gran sensibilidad por lo que deben estar lo mejor protegidos en la red. Una cosa es que un a persona libremente publique o difunda datos sobre su enfermedad y otra la obligación de los agentes sanitarios a salvaguardar estos datos.

Un blog escrito en primera persona contando experiencia personales de un diabético sirve de gran ayuda a otros diabéticos para aprender a partir de experiencias de otro pero es esa persona quien libremente ha publicado su experiencia.

Se plantean varias preguntas, algunas de ellas con muchas respuestas:

  1. ¿Debemos poner en riesgo de que sean públicos datos concretos de salud sobre personas concretas?. Mi respuesta es un NO tajante aunque hay que evaluar cual es ese riesgo. Si se ofrecen herramientas de comunicación cifradas persona a persona creo que el riesgo es muy pequeño y con el consentimiento de nuestro interlocutor podremos utilizar herramientas de comunicación digital para conversar con el paciente y enviarle información sobre su salud.
  2. ¿Debemos tener acceso a datos globales en salud anonimizados? ¿Quienes?. Aquí pueden existir varias posturas. Indico la mía personal dejando abierto los comentarios para la discusión. Personalmente creo que estos datos son fundamentales a la hora de tener información sobre enfermedades, tratamientos y resultados intermedios y pueden ser muy valiosas. Creo también que estos resultados deben ser públicos y accesibles a todos los que los requieran. El problema es que las empresas privadas (con un legítimo interés en su negocio) disponen de los conocimientos y las herramientas para poder obtener conclusiones a partir de estos datos y, como todos los datos, pueden ser manipulados en el sentido de dar mayor importancia a unas conclusiones respecto a otras para demostrar una determinada tendencia que sea estratégica para una empresa o producto determinado. De esta forma creo también que esta liberalización de la información tiene que acompañarse de una explotación de la misma de una manera accesible para los ciudadanos (los datos globales son difícilmente digeribles si no se interpretan) y esta interpretación se debería también realizar por parte de una institución independiente sin que exista sospecha de un lucro secundario a las conclusiones derivadas de la interpretación de los datos. ¿Iluso?, quizás.

Los comentarios abiertos a vuestra disposición.