Dedicamos el año pasado una entrada a la obsolescencia programada en la que a través de un interesante documental pudimos comprobar como todos los elementos tecnológicos tienen una vida predeterminada y están construídos con una «fecha de finalización». La tecnología avanza con tal rapidez que actualmente existe una obsolescencia tecnológica que es la fecha en la que un determinado aparato, aunque funcione perfectamente, no se ajusta a nuestras necesidades reales o las necesidades que el marketing nos hace sentir como reales.
Hece unas semana leí un interesante artículo en la edición digital de La Vanguardia titulado «¿cuándo se queda anticuado un gadget?» que me ha hecho reflexionar.
Realmente es casi imposible estar a la última (a no ser que se disponga de un interesante fortuna) en aspectos tecnológico ya que prácticamente cada año o cada dos años deberíamos cambiar todos los elementos tecnológicos que tenemos a nuestro alcance desde nuestroa utomóvil a las herramientas informáticas pasando por los electrodomésticos. Es interesante ver cómo evolucionan los precios y da rabia cuando desembolsamos una cantidad de dinero en la compra de un determinado objeto y al cabo de 2 o 3 meses, con la salida de un nuevo modelo, lo que hemos comprado baja de forma automática su precio en un 30 o 40 por ciento.
¿No os ha pasado?.
Las televisiones planas de alta definición pasaron a estar anticuadas por la aparición del sistema LED y éstas ya están superadas por televisores que incorporan 3D. Cada dos años sale un nuevo modelo de nuestro smarphone con nuevas prestaciones que hace que nos planteemos, aunque sea mentalmente, si el nuestro va a poder cubrir nuestras necesidades a partir de este momento.
Este juego es posiblemente necesario ya que las empresas pueden invertir en investigación gracias a las ganancias que obtienen de las ventas de sus productos. Si nadie los compráramos no existirían nuevos modelos con nuevas aplicaciones (este es el juego del capitalismo).
pero ¿hasta dónde?, ¿cuándo de verdad nos planteamos cambiar o comprar un nuevo aparato?. Creo que el influyen dos cosas:
- La necesidad real del cambio: Evidentemente la tecnología evoluciona y es cierto que determinados aparatos quedan obsoletos aunque funcionen perfectamente. A partir de ese momento notaremos que existen una serie de necesidades (?) reales que no son cubiertas por la herramienta.
- La necesidad sentida del cambio: Existen una serie de presiones (comerciales, de grupo…) que hacen que se generen en nuestro interior necesidades que antes no teníamos ¿es necesario el 3d en el salón de casa?, ¿realmente necesito más megapixeles en mi cámara de fotos del móvil?, ¿esos milisegundos que gano en velocidad de procesamiento son realmente necesarios?, ¿el sistema de autolimpieza de mi horno soluciona realmente un problema si utilizo el horno una vez al año?. En micaso particular mi hermana, heredera natural de todos mis móviles, es uno de los agentes que más presión ejerce sobre mí a la hora del cambio de este elemento.
Os dejamos un vídeo interesante sobre la obsolescencia tecnológica que espero os haga reflexionar tanto como a nosotros.