La evidencia es todo, o al menos debería de serlo, en medicina. Todas las decisiones clínicas deberían estar basadas en un fundamento científico, en un estudio que haya demostrado que nuestra actuación es la correcta. Pero la MBE requiere un factor fundamental, el tiempo para que una actuación demuestre o no que produce un cambio significativo. Y tiempo es lo que nos falta. En el mundo de la e-salud, en el de las nuevas tecnologías, el tiempo es algo que aparentemente no existe; y lo podemos observar en la cantidad inmensa de avances tecnológicos que ha habido en apenas tres años. Hace tres años lo más top era trabajar en la nube, hace dos la realidad virtual y los drones, hace uno el big data y sus algoritmos, este año los chatboots y el desarrollo de inteligencia artificial. ¡Si hace cinco años lo novedoso eran las apps! Lo dicho, una velocidad vertiginosa.
Estos cambios tan rápidos, tan veloces, hacen que no existan estudios con suficiente evidencia científica sobre si estos cambios tecnológicos pueden tener un impacto sobre la salud del paciente. No hay tiempo suficiente para desarrollar estos estudios; cuando has planteado ya el estudio, sale otro aparato electrónico o nueva tecnología que testar. Y cuando lo vas a testar, vuelve a salir otro. Y así en un circulo vicioso.
Este es uno de los grandes problemas de la e-salud. No se ha demostrado evidencia sobre la utilización de nuevas tecnologías en salud si mejoran o no ciertos parámetros de utilidad. Y esto es la consecuencia de que haya tantos y tantos buenos proyectos que se han quedado en eso, en proyectos, por falta de tiempo, por falta de evidencia.
Leyendo un grupo de whatsapp- hablábamos sobre las vacunas contra el HPV y su eficacia como predictores del cancer de cérvix- leí esta frase que me sorprendió bastante: «estate a la última, prescribe la penúltima». Para mí esta frase significa que debemos de dar tiempo a todo cambio que queramos producir. Por mucho que digan que lo nuevo es lo mejor, lo penúltimo también es bueno, con una ventaja: que tiene más tiempo para poder evidenciar su beneficio. ¿No deberíamos hacer lo mismo con la e-salud? Aunque salgan nuevos y buenos artilugios electrónicos, ¿no sería mejor empezar a evidenciar el beneficio de artilugios que ya conocemos sobre la salud de nuestros pacientes en vez de crear proyectos basados en los nuevos para después abandonarlos por falta de evidencia?
¿No seria mejor evidenciar lo que ya tenemos, lo que ya conocemos?