No soy físico, aunque me atrae la física. Más la tradicional, la de fuerzas, presiones y masas que puedo entender aunque me apasiona la relatividad… algo que mi mente no ha podido entender de forma clara.
Me encanta poder atisbar cómo funciona el tiempo-espacio, el tiempo-tiempo, las pelis con paradojas temporales… y sobre todo el tiempo.
Con Internet el concepto de espacio-tiempo ha cambiado. La posibilidad de comunicarse de forma síncrona o asíncrona con personas de todo el mundo hace que las distancias sean algo muy secundario (o terciario) para el acto de comunicarse.
La localización de personas en las que podamos estar interesadas (por afinidades comunes, por negocios, por cualquier otro motivo) también se ha facilitado mucho y las propias redes nos «sugieren» perfiles similares a quienes podemos conocer o nos pueden (o podemos) interesar.
Como ejemplo os voy a confesar que este año cumplo el 25 aniversario de mi promoción en la Facultad de Medicina de la UAM y que en menos de una semana hemos podido contactar prácticamente todos los alumnos de la promoción (algunos trabajando fuera de nuestras fronteras, otros con quienes no hemos tenido relación en estos años…) y gracias a la voluntad y esfuerzo de un grupo que ha trabajado de lo lindo (y de las redes sociales) hemos podido contactar con la totalidad de los integrantes de nuestra promoción.
Ya no hay espacio, ya no hay tiempo (sí los hay pero de otra forma)… Internet nos ha hecho plantearnos esta cuestión.
Pero la gota que colmó el vaso y que me animó a hacer esta reflexión que comparto torpemente con vosotros es un tweet de mi amigo Javie J Díaz (@JaviJDiaz) que nos ilustra cómo un minuto en Internet en el año 2007 se puede convertir en mucho más.
Me sigue asombrando como este monstruo colaborativo puede transformar un minuto (60 segundos) en más de 70.000 horas (de visualizción de contenido en Netflix), 16 millones de mensajes en Whatsapp o 4,1 millones de vídeos vistos en YouTube.
Pero si comparamos estas cifras de 2017 con las equivalentes de 2016 vemos que las actividades que ocurren en Internet en un solo minuto van creciendo (excepto los swipes de Tinder que están más o menos estables… aunque ya sabemos que lo que pasa en Tinder, se queda en Tinder)
Lo que da un minuto… aunque en el gimnasio se me hace casi eterno, ahora mi percepción será distinta.