La evolución de la tecnología es vertiginosa. Si bien hace poco que se conoce el concepto, aún desconocido para muchos, del big data, ya explicado aquí y en FamilyBlogger y otros millones de sitios, hoy os voy a hablar de un concepto más allá del big data: el smart data.
Para los poco entendidos en el big data, éste tiene cuatro conceptos que son su padre nuestro, las cuatro uves, que son: el volumen de datos, la velocidad con la que se toman y transfieren, la variedad de fuentes y la veracidad. Pues bien, el smart data añade una uve más: el valor de los datos. Es transformar todos los datos que nos aporta el big data en información de valor que podamos utilizar.
Realmente esto era el siguiente paso lógico en la evolución. El big data es una herramienta utilísima: recopila gran cantidad de datos y patrones y los almacena. Es básicamente lo que hace un médico en la anamnesis de un paciente cuando le pregunta por sus antecedentes personales, si es alérgico a algún fármaco, que tratamiento tiene, etc… Tenemos los datos, bien, has hecho un gran trabajo. ¿Y ahora qué? ¿Es importante para ti que un paciente que viene por un dolor abdominal le hayan intervenido hace doce años de la rodilla derecha? Tienes los datos, pero tú debes decidir qué es importante y cuál es irrelevante.
Esto es lo que pretende hacer con el smart data, decidir cuál de los datos obtenidos es o no es relevante para hacer una buena práctica, tanto médica como de cualquier ámbito. Es hacer una lectura crítica de lo que tenemos.
Pero…
¿Puede ser esta herramienta la que extinga definitivamente a los médicos? Yo digo que no. Me niego rotundamente a creer esto. No lo va a ser porque, por mucho que piense y recopile una máquina, no tiene otras capacidades, como son la empatía, la cercanía, la relación personal entre un médico y su paciente… Pero nos va ayudar mucho. Nos va ayudar a obtener todos los datos de nuestro paciente, obtener datos de otros pacientes similares a nuestro paciente de estudios que se hayan realizado, va a cruzar esa información, vamos a tener algoritmos de cómo actuar… y, por si fuera poco, nos va a aportar información con valor. Esa es realmente la diferencia: el valor de la información que obtengamos. Porque este valor ocasiona que ofrezcamos a nuestro paciente una mejor atención.