Hace unos días hablábamos de lo útiles que nos pueden ser los Wearables para obtener datos de nuestro cuerpo de forma objetiva y que estos parámetros nos puedan ser útiles para la prevención de enfermedades o estimularnos a realizar actividades saludables. Sin embargo, el hecho de tener a nuestro cuerpo, y por tanto a nuestra mente, conectado nos puede generar ansiedad.
Buceando por la web he descubierto un artículo de Anxiety UK que habla precisamente que la tecnología nos puede causar ansiedad. De
acuerdo con este estudio, de los 298 participantes casi la mayoría tenían un cambio en su comportamiento por el uso de la tecnología. El 45% de los participantes se sentían mal si no consultaban sus redes sociales o su mail; y el 60% reconocía apagar 2 ó 3 veces sus móviles a lo largo del día para tomarse un respiro.
Además he encontrado en PubMed un artículo que relacionaba la ansiedad y depresión con el tiempo que pasan los niños canadienses delante de una pantalla (Prev Med. 2015 Apr; 73: 133-8). En este estudio se observaba que el uso de ordenadores y videojuegos estaban asociados a síntomas depresivos severos; y que el uso de videojuegos estaba asociado a síntomas ansiosos.
De hecho últimamente podemos encontrar hoteles que te quitan el móvil (si quieres) a la entrada.
Con estos datos parece que estoy dando un discurso apocalíptico del uso de nuevas tecnologías, que se vivía mejor en la edad de piedra y sin móviles… Algunos de hecho pensarán ¿y qué hace escribiendo en un blog? ¿No es un poco hipócrita por no llamarme otra cosa?
No, señor lector, no soy un hipócrita. Soy un apasionado de la tecnología y le veo millones de utilidades y aplicaciones. Sin embargo, como buen médico creo que la tecnología debe ser utilizada como lo que es, una aplicación, no que nuestra vida gire en torno a ella. Debemos utilizarla para un fin útil. Con los Wearables pasa lo mismo. Si los utilizamos continuamente y estamos pendiente de ellos puede que los datos que pensamos que son objetivos no lo sean, ya que el componente emocional puede alterarlos.
Entonces ¿qué hacemos? ¿Wearables sí o Wearables no? Esa podría ser una pregunta, pero yo creo que hay que ir más allá. La pregunta no sería si los debemos de utilizar, sino ¿cómo hacemos que los datos obtenidos sean lo más verídicos posibles? ¿Cómo podemos estar monitorizados eliminando el componente emocional de esta situación? Esa es la pregunta final y creo que tengo la respuesta.
La respuesta es la gamificación.
¿Qué os parece?