BigBang Data. Somos datos


Nuestra vida es algo más que datos… o ¿eso es lo que queremos creer?. Básicamente todas nuestras funciones, actividades, creeencias, pensamientos se pueden almacenar en datos.

Hasta nuestro ADN, que es la esencia de nosotros mismos, puede reducirse a datos.

Movimientos sociales, opciones políticas, distribución euitatitiva de recursos… pueden reducirse a datos… ¿o no?

Actualmente los datos siguen rutas alrededor del mundo.

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y los almacenamos ya sea en una nube o en dispositivos físicos desde las tarjetas perforadas de los años 50 hasta las lleves USB actuales que han ido disminuyendo su tamaño y aumentando en capacidad de almacenaje de datos.

Pero… ¿de verdad somos datos?. Datos que extraen de nosotros o datos sociales que nosotros ofrecemos de forma voluntaria.

Posiblemente estemos en esa primera fase de enamoramiento con la red en la que nos fiamos sin condiciones, confiamos de manera ciega y nos ofrecemos a la pasión. Esperamos una fase de amor maduro, más pausado, donde podamos seguir disfrutando pero de una manera diferente, más adulta, más sensata, más coherente. ¿Qué pasará con esa cantidad de datos?. ¿Los iremos ofreciendo de una manera tan ciega?.

Hasta hace una década, la gran mayoría de los datos producidos en el mundo eran resultado de procesos científicos, industriales y administrativos. Pero la explosión de las tecnologías móviles y la popularización de los servicios sociales de la Web 2.0 han cambiado esto de manera radical: hoy en día el principal agente de la explosión de datos es la actividad cotidiana de millones de ciudadanos.

Ya sea realizando búsquedas en Google, subiendo vídeos a Youtube, actualizando Twitter o aceptando solicitudes en Facebook, nuestras acciones producen huellas digitales en las que quedan capturados nuestros deseos, miedos y esperanzas.

Por este motivo, actualmente se están utilizando técnicas como el análisis de sentimientos (sentiment analysis) para intentar determinar nuestras preferencias colectivas a la hora de comprar un producto u opinar sobre una decisión política.

Gemma Galdon es profesora de Seguridad, Tecnología y Sociedad en la Universidad de Barcelona y Directora de Investigación en Eticas Research and Consulting; y sus estudios y artículos sobre la seguridad y la privacidad en Internet alertan sobre la necesidad de regulación, sin en objetivo de alarmar. Al fin y al cabo, la conectividad es algo con lo que deberemos convivir.

Sin embargo factores como la seguridad, el control social preventivo y el marketing, planean sobre el derecho de privacidad de la sociedad como buitres sobre la carroña, esperando que ésta, la sociedad, no se revele contra un intrusismo que ahora carece de regulación. Vender nuestro derecho a la privacidad a cambio de una falsa seguridad sería un error. El detonante para que la convivencia entre la tecnología y la sociedad fuera imposible.

Seguramente no nos preocupa demasiado. En definitiva, pensamos que no tenemos nada que esconder, pero el rastro, la huella que vamos dejando en Internet y en las Redes Sociales, es más preciada que el oro para las multinacionales y los sectores de poder.

La protección de datos es una asignatura pendiente en la que la Unión Europea ha puesto ya sus miras, aunque según la experta Gemma Galdon y analizando datos de España, el 70% de las administraciones incumple las normas de la protección de datos, la mayoría de las veces por ignorancia.