Lo que nos callamos y lo que publicamos


censuraRosa Jiménez Cano publicó en el País el día 20 de diciembre un interesante artículo titulado «Facebook sabe lo que nos callamos» donde se nos presenta un interesante estudio sobre la autocensura de nuestras actualizaciones y comentarios en esta red social. El estudio se llama «Censorship on Facebook» y ha sido publicado por Sauvik Das, estudiante de la Universidad Carnegie Mellon University, y Adam Kramer, trabajador de Facebook.

Independientemente del escalofrío que nos puede recorrer por la espalda al saber que esta red social puede acceder al contenido de «lo que pensamos y tecleamos» pero no publicamos; los resultados de este estudio observacional son curiosos.

La recogida de datos se realizó en 2012 durante 17 días. La muestra fue de 3,9 millones de usuarios de los más de 1000 millones de usuarios de esta red. Se definió «autocensura» como cualquier registro de más de cinco caracteres  en una caja de texto que no se publicó una vez pasados 10 minutos.

El 71% de los usuarios incluidos en el estudio  escribieron al menos un estado, un comentario o ambos, y no lo publicaron.

Realmente la autocensura es alta. Los temas en los que más autocensura se encontraron fueron temas de ideología (política o religiosa) y relacionados con temas de género.

Habrá que verlo para otras redes sociales más inmediatas y con menos control de la audiencia. No hay que llegar a la censura selectiva que promovió Twitter al principio de 2012, simplemente tener un poco de sentido común para evitar saber que hay ministras que juegan al «Bubble Shooter», cantantes que en plena revolución social se lamentan de lo abandonadas que están las pirámides, cantantes que exculpan a adolescentes desaparecidas, diputados que afirman que la mayoría de las denuncias por violencia de género son falsas o presidentes de gobierno que contestan con vehemencia a adolescentes que les preguntan por su programa electoral, presidentes de comunidades autónomas que felicitan las navidades con chistes sexistas….

Estos ejemplos de personajes públicos hacen pensar que aún nos queda mucho que aprender… a algunos más.

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