Internet es una gran herramienta, nadie lo pone en duda, ya que nos ofrece información y comunicación con una potencia hasta ahora no conocida. A su alrededor como red se han establecido y desarrollado sistemas de comunicación entre terminales móviles, electrodomésticos, televisores, videoconsolas; otros elementos portátiles de uso cotidiano como gafas o relojes; o herramientas más especializadas de aplicación en la industria o en la salud.
Posiblemente las características más importantes de su éxito hayan sido la posibilidad de acceso a más cantidad de información (en lo que ya denominamos infoxicación) y la inmediatez de resultados.
Cuando hablo de inmediatez siempre cuento la misma historia que, aunque me hace envejecer cada año más, creo que es muy gráfica. Hace años conseguir una bibliografía determinada para realizar un estudio o un trabajo científico era cuestión de semanas y requería un esfuerzo de múltiples desplazamientos. Hoy en día la podemos obtener en pocas horas desde nuestro domicilio o lugar de trabajo.
Antes no existía PubMed ni Internet. Teníamos que buscar las referencias en los «Index Medicus» (luego llegó MedLine en CD-ROM) lo que llevaba al menos una tarde de trabajo de varias personas. Posteriormente localizar en qué bibliotecas de hospitales estaban cada una de las revistas que nos interesaban. Ir a cada una de ellas, buscar el ejemplar de la revista (encuadernada en gruesos tomos) y fotocopiarlo (o seducir con hábiles maniobras a las bibliotecarias o bibliotecarios para conseguir la copia en esa misma tarde). En el peor de los casos rellenar un formulario para solicitar las copias que llegarían unos días más tarde.
Hoy en casa o en el trabajo, con un café y unos cuantos clics de ratón tenemos toda esa información.
Esa inmediatez que ha calado en los adultos se está trasladando a los niños, jóvenes y adolescentes… son cosas de la sociedad moderna. Actualmente todo es inmediato en la obtención de información para las tareas escolares o en los juegos de videoconsolas y eso ha traído algunas consecuencias unas positivas y otras menos.
Entre las primeras es destacable la capacidad de gestionar gran cantidad de información desde pequeños y poder ir discriminando la que es útil en un momento determinado de la que no lo es. Con ello la «infoxicación» se irá neutralizando con el aprendizaje de discriminar lo bueno/útil de lo malo/no útil.
Pero esa inmediatez se traslada al mundo real donde el factor tiempo sigue teniendo su importancia. Cada vez deseamos «más» y «ya» y eso no siempre es posible. Si no tenemos lo que queremos en el tiempo que lo planificamos obtenemos frustración y para estudiar, hacer un buen plato de comida o leer de forma placentera un buen libro hay que invertir tiempo… a veces mucho tiempo y si no sabemos disfrutar de él perdemos capacidad de disfrutar de la vida.
Por eso creo que es bueno compatibilizar lo digital (inmediato, previsible y eficaz) con lo analógico (menos inmediato, menos previsible y menos eficaz… pero que requiere de esfuerzo e imaginación personal).
Reflexionemos: ¿Qué habéis regalado a vuestros pequeños estos reyes?
Aunque el «me lo pido» no es algo nuevo.
La década de la inmediatez (Waldemar Serrano Burgos)