Una intimidad…


Estamos en fechas donde todos nos volvemos buenos (o mejores), nos sinceramos (a veces caemos en sincericidios) y estamos más proclives a hablar con el corazón en la mano.

Os voy a contar una intimidad, saliéndome un poco del guion establecido de lo que debe ser un blog que no me representa a mí mismo, puesto que representa a la SoMaMFyC.

Estas navidades mi gata ha estado algo más de 24 horas sola, desde el día 24 al mediodía, hasta el día 25 por la tarde. Hasta este momento ha pasado temporadas cortas sin sus dueños en este mismo domicilio surtida de alimento, agua y arena limpia para hacer sus necesidades… y nunca ha pasado nada.

Pero esta nochebuena ha ocurrido algo especial, ignoro el motivo, pero al abrir la puerta de mi casa el día de navidad por la tarde es como si hubiera abierto la puerta que daba entrada a una trinchera militar en cualquier guerra. Se habían librado cruentas batallas en el salón, la cocina, el baño y en el cuarto de estudio (el dormitorio queda vedado a su entrada).

Desconocemos quien era el ejército enemigo, pero los resultados de la batalla han sido demoledores.

Ahora está en mi regazo, con cara de inocente. Han pasado unos días desde esta guerra particular que ha librado y supongo que quedarán restos en su escasa memoria felina. Me mira con unos ojos inocentes, transparentes, de no haber roto un plato en su vida. Cualquiera que cruzara su mirada con la de ella quedaría prendado y enamorado de este animal dócil y entrañable.

Esta es la dualidad que nos enomora a los que tenemos felinos en casa.

Os dejo un vídeo de una situación habitual en este cuarto desde donde os escribo día a día las entradas de este blog.

Y me despido de vosotros en un martes frío en Madrid de una semana entre fines de semana festivos abriendo un poco mi corazón a través de esta ventana.

¿Y las nuevas tecnologías?…. para el año que viene.